Procrastinar

Procrastinar es el hábito de posponer las actividades importantes para dedicar el tiempo a tareas más entretenidas, pero menos relevantes. Hasta no hace muchos años, procrastinación era una palabra que no conocía casi nadie por fuera del ámbito de la psicología y otras disciplinas dedicadas a estudiar el comportamiento humano. En los últimos años, sin embargo, se ha difundido. 

Según diversos estudios, el 20 % de los adultos se auto perciben como procrastinadores crónicos, un porcentaje que aumenta hasta el 50 % en la población estudiantil. A tal punto que muchos trabajos lo llaman “síndrome del estudiante”: la tendencia a comenzar las tareas lo más tarde posible, tras desperdiciar mucho tiempo en el comienzo del plazo asignado y llegar a la fecha límite sometido a elevados niveles de estrés. Es solo una tentación en la cual la mayoría de las personas caen en algún momento.  

La procrastinación se asocia con problemas más importantes, como un aumento en el estrés y la ansiedad, bajo rendimiento escolar y laboral y el empeoramiento de algunas enfermedades. El procrastinar contradice completamente a la razón, paralizando nuestra voluntad y haciéndonos tomar decisiones aun cuando estamos totalmente conscientes de que nos son las correctas, por ejemplo: “jugar 2 horas videojuegos, cuando tenemos cosas que hacer”. Todos hemos procrastinado en algun momento; Pausar el trabajo diciendo que vas a revisar rápidamente si no tienes mensajes nuevos y terminas viendo Instagram o de Facebook. 

Cuando postergamos una tarea o la dejamos para el último momento, esto nos trae un sentimiento de culpa, ya que lo asociamos a que no estamos cumpliendo con nuestro deber.  

En primer lugar debemos aclarar que la procrastinación es un acto irracional, crónico, producido por una incapacidad para manejar los sentimientos que se producen en torno a dicha actividad que estamos procrastinando. 

Dicho de otra manera, procrastinar es un mecanismo del mismo cerebro que se activa cada vez que queremos evadir ciertos sentimientos o emociones que nos produce hacer dicha acción que vamos postergando. Esto se sostiene con la teoría de que nuestro cerebro prioriza el manejo inmediato de emociones negativas por encima de la responsabilidad o compromiso con dicha tarea. 

Es mucho más difícil de detectar y puede producir efectos mucho más graves que reprobar un curso por no entregar el proyecto final. El segundo tipo de procrastinación genera, infelicidad, frustración, depresión, perdida de confianza en uno mismo; y todo esto a un largo plazo, que puede durar tanto como toda una vida. 

Lo primero que debemos hacer para dejar de procrastinar, es identificar los sentimientos o emociones negativas que tu cerebro intenta evadir procrastinando. 

La regla del mínimo esfuerzo; El cerebro siempre va a preferir aquellas tares que le otorguen una gratificación inmediata, mientras sea a menor plazo y por el menor de los esfuerzos, mejor. Entonces, nosotros podemos aprovechar este razonamiento a nuestro favor, volviendo más fáciles aquellas tareas que debemos hacer y más complicadas aquellas que nos distraen. 

La regla del mínimo esfuerzo invertida, también funciona de manera inversa para quitarnos esos hábitos que nos distraen. Esas tareas que requieren de poco esfuerzo y nos ofrecen una recompensa inmediata, son las favoritas de nuestro cerebro para sustituir aquellas otras que de verdad son productivas. 

Dividir tus tareas en acciones simples; Muchas veces postergamos una tarea porque esta nos parece muy difícil e intimidante, por lo que será más fácil que la logremos realizar si la dividimos en 10 tareas más simples que no nos evoquen sentimientos de miedo o incomodidad. 

Darse una recompensa al terminar tus tareas; Trata de que esas actividades que tanto te gusta hacer, dejen de ser distracciones y conviértelas en recompensas. Haz acuerdos contigo mismo en donde establezcas metas o periodos de trabajo y cada vez que los cumplas, prémiate con una recompensa. Esto te motivará a terminar antes y te hará sentir gratificado, sentimiento que tu cerebro comenzará a pedir con más frecuencia por lo que cada vez será más fácil completar el trabajo. 

Visualización; Cuando te sientas realmente encapsulado en un círculo de procrastinación, tomate 2 minutos para hacer este ejercicio: Cierra los ojos y visualiza cómo se vería tu vida en 6 meses de no haber hecho esa tarea que has estado postergando. ¿Conseguiste lo que querías? ¿Qué consecuencias hubo de no haber entregado dicho trabajo o proyecto? Aclara en tu mente qué fue lo que te hizo falta hacer y qué perdiste porno haberlo hecho. Por ejemplo: “Debido a que no entregue mi informe mensual a tiempo, no recibí el ascenso que había deseado”. 

Inspírate; Muchas veces la falta de inspiración también genera que nos paralicemos y en vez accionarnos, comencemos a postergar aquello para lo cual no nos sentimos lo suficientemente inspirados o creativos. 

Temor al fracaso; Quizá no te sientes lo suficientemente bueno o solo te aterroriza que te juzguen por tu trabajo, al procrastinar, sin darnos cuenta, estamos  evitando emociones negativas y le damos prioridad a la satisfacción a  

Perfeccionismo e indecisión, muchas personas lo ocultan detrás de una cortina de perfeccionismo e indecisión, sin embargo, realmente tiene que ver con baja autoestima y una aversión intensa al fracaso o al juicio por parte de los demás. 
 

Frustración, si la tarea es complicada y tediosa puede existir frustración debido a lo mucho que te falta para completarla. Por naturaleza, evitamos las emociones negativas y tendemos ir hacia las positivas. El problema está en que en el camino para evitar la frustración tendemos a sentirnos más frustrados porque no sabemos cómo salir de ahí. 

No te juzgues si eres parte del grupo de procrastinadores crónicos, parece ser que procrastinar es más común de lo que parece y existen técnicas y herramientas muy efectivas para que dejar de hacerlo. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *