Brasil entra en una gran crisis.

La crisis política, económica y sanitaria de Brasil tiene un fuerte impacto en Latinoamérica. La potencia regional está sumergida en un desorden general de proporciones y casi siempre su recorrido, al alza o en sentido negativo, tiene gran influencia para que se repita ese mismo rumbo en el resto de los países del Sur del continente americano.

Ya la pandemia genera costos humanos inmensos a toda la región, pero si a la vez Brasil transita un cuadro político caótico con un líder de ultraderecha y con derrumbe de la economía, el panorama es bastante sombrío.

La economía global tiene una fuerte interdependencia y, por lo tanto, se menciona en forma figurada que el aleteo de una mariposa en Asia puede provocar un tornado en el otro extremo del planeta.

Para Latinoamérica, esa metáfora de transmisión de crisis encaja a la perfección en el estrecho vínculo de los países de la región con el rumbo político y económico de Brasil.

Drama sanitario: Pablo Stefanoni explica que Brasil experimentó profundos cambios políticos e ideológicos. De un ciclo de centroizquierda que había atraído simpatías más allá de sus fronteras y que fue considerado socialmente exitoso, pasó a un Gobierno ubicado en la extrema derecha que sumó al negacionismo climático un negacionismo sobre la gravedad de la COVID-19. Más de dos millones de contagios desde marzo y casi 90.000 muertos por el coronavirus, a fines de julio. Brasil es el segundo país más afectado por la pandemia después de EEUU.

Esas cifras pueden ser aún más altas por la deficiencia en la detección del virus como en la identificación y registro.

El presidente Jair Bolsonaro desestimó el riesgo de lo que denominó «gripecita», pese a que dió positivo de COVID-19. La irresponsabilidad política y sanitaria del gobierno central derivó en que Estados Federales tomaran decisiones unilaterales ante la expansión de la pandemia.

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