La estrategia china en la guerra de los chips de inundar el mercado tradicional activa las alarmas en EE UU y la UE

Aunque Pekín tiene complicado la fabricación de los chips más punteros por las sanciones, China está optando por hacerse con el mercado de los modelos más baratos y antiguos 

Las autoridades europeas y estadounidenses se muestran cada vez más preocupadas por las últimas maniobras de China en la guerra de los chips. A medida que los países occidentales tratan de espolear la producción de este elemento crítico dentro de sus fronteras a golpe de millonarias subvenciones dirigidas a las principales empresas del sector, Pekín hace lo propio con sus compañías nacionales, y pese a las sanciones para limitar su capacidad en este mercado, ningún otro país tiene tantas plantas de chips en construcción como el gigante asiático. 

En medio del conflicto cada vez menos soterrado por la supremacía tecnológica, la administración del presidente estadounidense Joe Biden impulsó controles a la exportación para mermar la capacidad china de hacerse con los chips más pequeños y modernos, cruciales para el desarrollo de modelos de inteligencia artificial y software de aplicación militar. La UE también actuó de la misma forma a través de limitaciones a las exportaciones de ASML, el más avanzado productor de las máquinas necesarias para fabricarlos. Como respuesta, China impuso férreas limitaciones a la exportación de galio y germanio, metales importantes en la producción de semiconductores de los cuales es el principal procesador y exportador. 

Paralelamente a cerrar el grifo de los metales, Pekín empezó a dar un rodeo para intentar mantener una posición de poder en el mercado de chips. Con problemas para acceder a los más punteros, según refiere Bloomberg, China ha subvencionado la construcción de plantas de obleas de chip de modelos antiguos y de mayor tamaño que escapan a las sanciones occidentales. Aunque son tecnología con 10 años de antigüedad, estos chips siguen siendo clave para el grueso de la electrónica de consumo. Smartphones, vehículo eléctrico, hardware militar… son algunos de los ejemplos de para qué se siguen usando. Para dar una mejor idea de la diferencia que hay entre los más punteros y estos chips sobre los que Pekín ha puesto el punto de mira. El tamaño de los chips más modernos baja de 3 nanómetros, los chips considerados “tradicionales” que China estaría espoleando tienen un tamaño de 28 nanómetros o más. 

“Mientras que las normas fijadas el pasado mes de octubre por Estados Unidos frenaron el desarrollo chino de capacidad de producción avanzada de chips, dejaron intacto el potencial de producción de chips de más de 14 nanómetros. Esto ha provocado que las firmas chinas se hayan lanzado a una carrera de construcción de plantas que no tiene rival en ningún otro país. Se prevé la construcción de 26 nuevas plantas que fabriquen obleas de 200 o 300 milímetros, según los datos de SEMI (patronal mundial de fabricantes de semiconductores). Esto se compara con las 16 fábricas de América o de Europa para ese mismo periodo”, escriben desde Bloomberg. 

La potencial influencia de China en este mercado ha activado conversaciones en Estados Unidos sobre aumentar el control aún más para tratar de parar los pies a Pekín, según fuentes conocedoras del asunto citadas por Bloomberg que permanecen en el anonimato dado lo delicado de las conversaciones. Estados Unidos está determinado a evitar que los chips se conviertan en una palanca de impulso para China, según estas mismas fuentes. 

La semana pasada, la secretaria de comercio estadounidense, Gina Raimondo, habló sobre el tema en un panel de expertos organizado por el Instituto Americano de Empresa. “La cantidad de dinero que China está dedicando a subvencionar lo que se convertirá en un exceso de capacidad en el mercado de chips tradicionales. Ese es un problema sobre el que necesitamos reflexionar y trabajar junto con nuestros aliados para solventarlo”, expresó. 

Así, según Bloomberg y las fuentes que permanecen en el anonimato que hablaron con la agencia estadounidense, el temor de las autoridades radica en los potenciales efectos en la economía y en la seguridad de estos movimientos de Pekín. El miedo es que las empresas chinas inunden el mercado de chips menos punteros en el futuro, eliminando a la competencia, tal y como ocurrió en el mercado de fabricación de paneles solares. 

Con todo, China sigue acelerando. También, según datos de SEMI, actualmente hay 167 plantas de chips de obleas de 300 milímetros en todo el mundo. A finales de este año, si todo avanza según lo previsto, habrá 180. Cuatro más se habrán terminado en China, dos en Japón, dos en Taiwán, una en Singapur, otra en Corea del Sur y tres en Europa, distribuidas una en Irlanda, otra en Italia y la última en Francia. 

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