Jennie Stejna, quien vive en Massaachussetts, Estados Unidos y tiene 103 años, hace poco más de 3 semanas dió positivo a la prueba de COVID-19.
Jennie tenía algún tiempo viviendo en una casa de retiro en la que era visitada con regularidad por sus nietos e hijos, pero de un día a otro las enfermeras notaron que tenía fiebre demasiado alta, por lo que realizaron los exámenes necesarios hasta saber de que se trataba. Al saber que se trataba de Covid-19 fue aislada del resto de los habitantes del lugar por la seguridad de todos.
Sus nietos e hijos se comunicaban con regularidad para saber cómo se encontraba Jennie, pues no podían ir a visitarla. Y aunque los doctores y enfermeras habían sido muy claros, su familia no podía asimilar la posibilidad de que ella falleciera, pues debido a su edad pertenece a uno de los grupos de riesgo más vulnerable.
«Le pregunté directamente a Jennie si estaba lista para irse al cielo. Ella estaba tranquila y me respondió “¡Claro que sí, diablos!” Adam Gunn, nieto político de Jennie.
Afortunadamente, tras tres largas semanas de incertidumbre, los médicos comenzaron a ver mejoras en el estado de salud de Jennie, hasta que poco a poco se recuperó y dio negativo al hacer nuevamente la prueba de Covid-19.
Su familia, enfermeras y médicos estaban gratamente sorprendidos y festejaron con ella de la mejor manera, de forma que al saberse sana lo primero que la dulce abuelita pidió fue su bebida favorita: una cerveza Bud Light fría. Para ella no había mejor manera de disfrutar sorbo a sorbo la nueva oportunidad que la vida le dió.