La mayoría de las ciudades en Venezuela sobreviven en las tinieblas.

 Luego de un año y ocho meses desde que se registró el  apagón nacional el 7 de marzo de 2019, sólo tiene una explicación lógica: según expertos eléctricos en todo este tiempo, el Estado no ha hecho las inversiones, ni ha aplicado el mantenimiento que requiere el Sistema Eléctrico Nacional (SEN), deprimiendo así la calidad de vida de los venezolanos.

Ingenieros eléctricos estiman que el país requiere una inversión aproximada de 30 mil millones de dólares en un lapso de trabajo de 15 años, para lograr tener la misma generación eléctrica de 1998, donde la industria tenía una capacidad instalada de 20 mil megavatios (MW), entre producción eléctrica hidráulica y térmica, y donde se atendía con creces la demanda nacional que para la época era de tan sólo de 11 mil MW.

Hoy la realidad es otra, la generación hidroeléctrica cubre tan sólo el 80% de la demanda nacional. Se generan 8.500 MW cuando la demanda se ha incrementado a 12.500 MW, es decir hay un déficit que el Estado raciona de 4000 MW diarios», precisó Joe Carrillo, vicepresidente de la Asociación Venezolana de Ingenieros Electricistas, Mecánicos y Profesiones Afines (AVIEM). Ésto ocurre a pesar que la nación tiene una capacidad instalada para producir 34000 MW, es decir, Venezuela fácilmente podría estar exportando electricidad, pero las condiciones de vida de la población han retrocedido a inicios del siglo XX, cuando las noches se pasaban a oscuras o a la luz de lámparas y velas.

Esas fallas han ocasionado a que el servicio sea racionado de manera inusual, donde los ciudadanos pasan hasta 12 horas diarias sin electricidad, lo que también ha generado caos económicamente en la población. Los establecimientos comerciales no cuentan con plantas eléctricas para cubrir la demanda. También le sumamos la escasez de gasolina, gas doméstico y otros servicios vitales.

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